domingo, 12 de diciembre de 2010

Los decires de un viejo verde (Nº 15.- Noviembre 1997)

420.-

Antes de irme a dormir, por hoy, me gustaría que dijeran de mí que soy un virtuoso de la palabra. Cuando alguien se anime el mundo entero ganará un escritor. La historia de los cuerpos se transformará en la historia de las palabras y, si pasan los años, no es para que tiemble nuestro discurso, lo que se pudre con el tiempo es nuestro cuerpo.

421.-

Esta noche no escribiré un poema y eso me bastará.

Antes que ocurra un encuentro del sujeto con el mundo, puede ocurrir un encuentro del sujeto con el ser. A eso quiero referirme para dimensionar la cuestión: el ser y el mundo pueden encontrarse sin necesidad del sujeto. El sujeto aunque ocurra en su propio cuerpo nunca se entera de esos encuentros. Hay algo en él que no ve nada. Su yo quiero ser eso le impide toda otra visión.

422.-

Abrimos al corazón negro de la vida. Al pozo negro de la ignorancia. Ahí cada cual tendrá su merecido.

La vida, las cosas de la vida, a cierta edad deben tener como única obligación desear. Hijos, ternura, soledad, eso ya pasó. Ahora todos son números, letras abiertas al infinito. Y en ese instante, estaremos todos muertos.

423.-

Cuando todos esperaban mi desaparición, desaparezco.

Soy el perfecto encanto de la poesía a todo confort.

Un buitre almacenando su propia carroña. Una tristeza empequeñecida por el logro de ser.

A cielo abierto toco esta nota desesperada: Amo y soy amado.

Cuando ella me relata cómo la amo, tengo que reconocer ser el único capaz de hacerlo de esa manera. Amada empecinada, terca serpiente solitaria atada a mi garganta. Te lloro, te hago pedazos en mis ojos.

Tengo conmigo esa crueldad que tanto ambicionaste.

Fui ese delirio abierto donde cabía perfectamente tu sonrisa. Y nos besábamos las piernas con ternura, porque los sapos cantaban alegremente un porvenir inesperado. Te vuelvo a encontrar cuando abro mí boca. cuando dejo por mi boca que se deslice aparatosamente tu mirada. Éramos pequeños dioses y. también, pequeños demonios.


424.-

Alguien que a pesar de nuestra tendencia a la unificación pueda diferenciarse, eso es lo que busco, cumplir la ley hasta que la ley se agote. Ser siempre los mismos perturba cualquier legislación.





425.-

Estoy encantado de publicar yo mismo mis propios versos.

Entiendo que después de todo eso me quedarán unas mil páginas inéditas y ya no es tanto. La capacidad de escribir es lo que necesito, estar al lado tuyo, amor, contándote mis penas, poesía, amada, tierna alcachofa rubia entre mis dientes. Escribir sintiendo que el mundo es efímero y yo soy eterno. Hurones desesperados quieren comer nuestra comida, que no tenemos sino por habérsela robado a un hurón.


427.-

Está por salir el sol, parece que la naturaleza empieza a comprenderme, tal vez a la tarde plante algunas flores al aire libre.

No tengo el ruiseñor del Alto Paraná curtiendo las miserias, las limpias mañanas donde el hombre se curte de dolor porque ya nadie piensa en su revolución, porque ya nadie quiere ser testigo de la matanza.


428.-

Escribir hasta que las palabras se combinen en poesía es lo más difícil del oficio de escritor, no poder escribir para escribir.

Si me lo propongo, todos los días conseguiré arrancar alguna melodía, eso es una verdadera máquina.


429.-

El alma no tiene una vivienda apropiada. Hemos conseguido lo que consigue el proletario de algunos países civilizados: una casa para el cuerpo, para la familia. Ahora tenemos que ir por la casa para el alma y eso en estas sociedades lo consiguen algunos burgueses, algunos genios.

Intento llegar a una distancia próxima de cada palabra, me pierdo en su articulación, como con las mujeres: cuanto más me preocupo de una pierdo gracia en la articulación.

Hay que llevar el cuento hasta sus últimas consecuencias. Yo viviré solo en una casa de cuatro dormitorios y tendré toda la casa como laboratorio de arte, así ya nadie se pondrá a llorar cuando yo sea capaz de un verso inolvidable.

Hasta las últimas consecuencias querrá decir que habrá quienes se ocupen de mi subsistencia, yo seré el que se ocupe de la subsistencia de la poesía. Todo el mundo tendrá lo que se merece, iremos por las cuestiones como van sobre la nieve los acostumbrados a ella. No tendré tiempo de investigar lo bueno y lo malo, serán convenciones entre los que se atrevan a convenir. El resto tendrá que soportar lo convenido como si estuviera de acuerdo o será juzgado por algo.

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