miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los decires de un viejo verde (Nº 11.2.- Enero 1997)

309-
Mirar con el microscopio electrónico, no es profundizar, es ver más. Y ver más no es más grande o mejor, es ver otra cosa.
Por momentos pareciera que la locura se abre paso hacia su fracaso por la misma brecha simbólica por donde el poeta y el científico se abren paso hacia la cristalización, materialmente objetivable, de sus tendencias.

iLinda golosina le reservaba este si glo al ojo!

310.-
Hoy cualquier animal estaría más saciado que ella. Ella no quiere más, lo quiere todo y, después, siente que hay algo
que no le hemos dado. Ella vive permanentemente loca, en estado de alerta.

312.-
A un ser que, también, lo aburre una conversación sobre la trascendencia, no le demos más vueltas, no es un ser.

313.-
Se revertirán todos los contenidos menos su esperanza de no morir, porque ella está muerta. Su temor por la vida, la mantiene alejada de toda realidad que no sea la realidad biológica de su cuerpo. Los trastornos funcionales, característicos en casi todas las mujeres, ya son una elaboración secundaria de su verdadero nudo histórico: ¿Qué mierda hacer con su cuerpo?

Si sigo por aquí, terminaré sabiendo lo que no se debería saber. Seré perseguido nuevamente.

Cuando ella a veces nos quiere hacer creer que es subnormal y, esto, es bueno que alguien se lo diga alguna vez, ella es subnormal, ya que en el mismo momento funcionan bien los circuitos más altos de su ser mujer humana, y funcionan mal los circuitos que regulan los detalles cotidianos de esa humanidad.

314.-
Después de trabajar unas horas con las páginas inéditas, sentí que eran 1.000 páginas y me ensombrecí de tal manera que me empezó a doler la espalda hasta no poder respirar bien.

Como si tuviera miedo de lo que me fuera a pasar en cualquiera de los tonos de la grandeza.

Una escritura que lucha por no tener fronteras, terminará siendo reprimida. El dolor de espaldas de anoche tuvo la dimensión de un libro de 1.000 páginas. Quiere decir, que ya tuve el dolor, ahora bien podría escribir el libro.

Y allá voy, como si fuera libre, como si todos estuvieran de acuerdo en lo que digo.

Bailarín, en mi barrio, del tango con cortes y quebradas, amo desde entonces cualquier complicación, cualquier caída. iUn libro de mil páginas! ¿se imaginan? Linda sensación habré de sentir al terminarlo, ¿se imaginan? Un poema aquí, una pija allí y una tenue concha que baja y se pierde...

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