UNA TARDE INOLVIDABLE
Ha sido una tarde inolvidable. Donde se han mezclado, como en un desfile festivo de la propia vida, el presente y la memoria, que, como decía Eliot, son también el futuro. Hoy se ha cerrado, de forma mágica y entrañable, un circulo que, a su vez, ha ido creando círculos, lazos y espirales, más allá de dos países concretos, Argentina y España, y más allá de una obra de un hombre y poeta único, Miguel Oscar Menassa. No sólo han sido sus palabras, en un muestrario concreto desde lo serio, personal y trascendente, a la ironía y el humor, abriendo el abanico que nos da el pensamiento y el lenguaje. Ha sido también el movimiento en la quietud y la estancia en el transcurso. Y ahí has estado tú, Alejandra, su mejor heredera, en mezcla de palabras y actitud, y con personalidad propia. Si siempre intuí que eras alguien especial por tu gesto, palabras, y también silencios, hoy nos has dado una muestra más de armonía y fuerza, unidas a inteligencia, sensibilidad y belleza. Ese baile inolvidable ha sido algo más que unos pasos entregados al arte. Ha sido la demostración de un convencimiento valiente y decidido, de afirmación personal y humana. Por algo la música es el lenguaje común y universal de todos nosotros...y esa melodía árabe se diferenciaba a la vez que se confundía con ese tango tan caro a todos nosotros o esas notas flamencas que entrelazaban diferentes tierras. Diferentes tierras que son sólo una, pues a ella, como dijo Sitting Bull a George Washington, pertenecen los hombres, no a los hombres la tierra. No se, Alejandra Menassa, me apetecía al recordar el hoy, antes de descansar, dejarte constancia de como queda en mí el momento y la fecha. Y dejaros constancia de mi admiración y cariño. Esta celebración ha sido un gran regalo. Y Miguel Oscar, tú y vuestra familia, en el sentido más amplio y verdadero del término, nos lo ha dejado en el corazón.
Gracias.
Gracias.
Emilio Porta
Vicesecretario de la Asociación
de Escritores y Artistas Españoles
HOMENAJE A OSCAR MENASSA
Romper una copa, para que la palabra permanezca. Estuve atento, esa expectante atención que impone la voz y la palabra del poeta. Uno que, a menudo, se esconde tras ellas para que nadie descubra qué es lo que le atormenta, qué inminente tragedia le amenaza. Me dejé atrapar por esa palabra que se me antoja jamás pronunciada. Me quedé mudo. Un silencio que burlaban los caprichosos reflejos de esos trozos de cristal que rodaban por el suelo, a los pies del poeta. Todo era fragmento, porque su vida no se entiende de otra forma. Voz fragmentada y textos apresuradamente cómplices, seductores. No siempre se cumplen 70 años tan preñados de pasión, tan provocadoramente sinceros, tan obscenamente festejados.
Vi cuerpos que se hacían respetuosamente hueco en torno al poeta. Su presencia quema. Conviene retirarse para intentar una nueva e imposible aproximación. La palabra fue ya pronunciada y los trozos de esa copa rota se burlan de los emuladores.
Pero el poeta estaba sereno, convencido de que el discurso que prostituía al hacerlo público era su más secreta estrategia: sobrevivir más allá de la palabra pronunciada. Sus oyentes iban a ser otros cuando abandonaran ese sagrado espacio. Ser otros al sentirse tocados por la voz y la palabra del poeta. Y el poeta lo sabía.
El escenario, adecuado. La escena, oportuna. Los actores, una proyección de los secretos del poeta. Los espectadores, testigos cómplices de un singular compromiso que le convierten en el candidato óptimo al mejor de los reconocimientos.
Felicidades, viejo caminante. Felicidades, querido Oscar Menassa. Itaca siempre vuelve.
Vi cuerpos que se hacían respetuosamente hueco en torno al poeta. Su presencia quema. Conviene retirarse para intentar una nueva e imposible aproximación. La palabra fue ya pronunciada y los trozos de esa copa rota se burlan de los emuladores.
Pero el poeta estaba sereno, convencido de que el discurso que prostituía al hacerlo público era su más secreta estrategia: sobrevivir más allá de la palabra pronunciada. Sus oyentes iban a ser otros cuando abandonaran ese sagrado espacio. Ser otros al sentirse tocados por la voz y la palabra del poeta. Y el poeta lo sabía.
El escenario, adecuado. La escena, oportuna. Los actores, una proyección de los secretos del poeta. Los espectadores, testigos cómplices de un singular compromiso que le convierten en el candidato óptimo al mejor de los reconocimientos.
Felicidades, viejo caminante. Felicidades, querido Oscar Menassa. Itaca siempre vuelve.
Prof. Dr. Román Reyes
EMUI_Malta Rector
EMUI_UCM Director
Madrid, 19.Septiembre.2010
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